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Descubren una triple barrera que protege a las células de convertirse en cancerosas

17/09/15
 
Diariomedico.com
 
Investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) han identificado por primera vez el triple mecanismo que detiene la separación de los cromosomas en respuesta a situaciones que comprometen la integridad de la información genética. La pérdida de esta capacidad de respuesta es característica de las células cancerosas. La investigación se publica en PLoS Genetics.
 
La proliferación celular requiere la copia (replicación) de los cromosomas y su distribución (segregación) en las dos futuras células hijas. Las células experimentan continuamente alteraciones (lesiones) espontáneas en el ADN que conforma los cromosomas, debido por ejemplo a su entorno acuoso (reactivo). En respuesta a la presencia de lesiones en el ADN las células detienen el ciclo de división celular, para dar tiempo a la reparación de las lesiones e impedir la transmisión de cromosomas dañados y replicados de forma incompleta. La pérdida de esta capacidad da lugar a la aparición de inestabilidad cromosómica, motor de la transformación cancerosa.
 
Estudios previos
 
Estudios previos de otros laboratorios habían identificado que las células del organismo modelo Schizosaccharomyces pombe, una levadura empleada en el laboratorio para investigar el comportamiento celular, detienen la progresión del ciclo de división celular a través de un proceso que se había asumido como universal (en términos científicos, la fosforilación en un residuo tirosina conservado en la cinasa dependiente de ciclina Cdk1, el motor del ciclo celular).
 
El equipo dirigido por David G. Quintana, del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la UAB, ha demostrado que este control no es indispensable en otros organismos y que el modelo hasta ahora imperante era excesivamente simple. Las células a las que habían eliminado el gen responsable de este control, llamado Wee1/Swe1, eran plenamente capaces de detener el ciclo celular en respuesta a daño en el ADN, lo que sugería la existencia de controles adicionales.
 
El trabajo ha identificado tres vías de control que confluyen en esta respuesta, mediadas por los genes Wee1, Pds1/securina y Rad53/Chk2. Cada una de ellas por sí sola es suficiente para impedir la segregación de los cromosomas y, por tanto, el proceso de división celular. Es necesaria la eliminación simultánea de estas tres vías de control, a fin de que pueda tener lugar la segregación de cromosomas dañados y replicados de manera incompleta.
 
Cromosomas compartidos
 
Significativamente, el gen Rad53/Chk2 forma parte del llamado mecanismo de vigilancia (en inglés llamado checkpoint) de la fase S, que detecta y responde a las situaciones que comprometen el proceso de replicación de los cromosomas. Chk2 es oncogénico en humanos y el checkpoint de la fase S es considerado una barrera anticáncer temprana en el proceso de transformación maligna.
 
Los autores proponen que los tres niveles de control están presentes también en las células humanas. Esto explicaría la paradoja de que Wee1 no sea oncogénico en humanos: las células disponen de dos barreras más para evitar esta pérdida de control.
 

Posible estrategia para evitar la xerostomía tras la radioterapia

17/09/15
 
Diariomedico.com
 
Evitar la irradiación de la región de las glándulas salivares que contiene células madre preserva la producción de saliva tras la radioterapia para cáncer de cabeza y cuello.
 
Un equipo internacional coordinado por Peter van Luijk, de la Universidad de Groninga, en Holanda, muestra una posible estrategia para evitar la xerostomía tras el cáncer de cabeza y cuello. La clave está en irradiar a los pacientes respetando la región de las glándulas salivares que contiene células madre.
 
Cada año se someten a radioterapia medio millón de pacientes con cáncer de cabeza y cuello en todo el mundo. Uno de los principales riesgos es la irradiación del tejido normal de las glándulas salivares, que puede dañar de forma permanente la producción de saliva. Se calcula que en torno al 40 por ciento de los pacientes que se someten a radioterapia para el manejo de este tipo de tumores sufren xerostomía.
 
Desde hace tiempo se sospechaba que las células madre de la glándula parótida podían regenerar el tejido dañado y recuperar su función normal, pero no se sabía dónde estaban localizadas esas células.
 
El estudio que se publica hoy en Science Translational Medicine revela la presencia de reservorios de células madre en los conductos centrales de la glándula parótida. Cuando los investigadores irradiaron esos ductos en ratas y ratones, el resultado fue el deterioro a largo plazo de la producción de saliva.
 
Además, observaron que, en los pacientes con cáncer de cabeza y cuello que habían recibido radioterapia, la dosis de radiación sobre los conductos ricos en células madre era directamente proporcional a la gravedad de la xerostomía.
 
Finalmente, los autores constataron en un grupo de pacientes que es posible evitar la radiación de esta zona gracias a las modernas técnicas de radioterapia de alta precisión. De hecho, se ha iniciado un ensayo clínico para probar la eficacia de esta estrategia.
 

Un investigador catalán identifica el gen que pasa el cáncer de mama a huesos

17/09/15
 
Lavanguardia.com
 
El investigador del Institut de Recerca Biomèdica (IRB) de Barcelona Roger Gomis ha identificado el gen responsable de que el cáncer de mama haga metástasis en los huesos, lo que podría ser clave para detectar precozmente los pacientes en riesgo para tratarles preventivamente.
 
El hallazgo, publicado en la revista "Journal of National Cancer Institute", podría acelerar el desarrollo del primer tratamiento preventivo contra las metástasis óseas, por lo que una empresa colaboradora del IRB ya realiza los primeros ensayos clínicos, según ha anunciado el IRB en un comunicado.
 
El equipo dirigido por Roger Gomis ha analizado más de 900 muestras clínicas de tumores de mama primarios en fase inicial, lo que ha permitido detectar que el gen MAF es el director que inicia un programa de funciones celulares que permiten que las células tumorales aniden en los huesos y produzcan nuevos tumores.
 
Las óseas son el único tipo de metástasis que disponen de un tratamiento que, aunque no logra la curación, sí evita que se hagan más grandes.
 
La terapia para estos casos se administra ahora una vez que la metástasis ya se ha manifestado, por lo que, en muchas ocasiones, ya es demasiado tarde.
 
Según algunos estudios preliminares, los mismos fármacos que se utilizan para tratar las metástasis serían igualmente válidos para evitarlos de forma preventiva, por lo que la comunicad médica considera muy importante poder identificar a los pacientes que estén en riesgo de desarrollarlas.
 
El descubrimiento del equipo de Gomis permitiría ser más precisos a la hora de determinar qué pacientes podrían desarrollar la metástasis y por tanto someterse al tratamiento preventivo contra las metástasis, ya que comporta efectos secundarios indeseables y no se puede administrar masivamente.
 
Actualmente, sólo entre un 15 y un 20 % de los pacientes de cáncer de mama desarrollan una metástasis.
 

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